Mi alma moribunda
ha perdido su brillo.
Mis ojos reflejan
la muerte del corazón.
Marcado de por vida
de una sombre,
disfrazada de luz.
Paso dejando
huellas de ilusión
y se marcho.
Quizás es hora
que ya no despierte
de su letargo el amor.
Agotado estoy
de disfrazar esperanzas.
Sin más esperas eternas
dejar de idealizar.
Que el tiempo
se encargue de demostrar
lo que mi ser tenga
que ver y sentir.
Dejar la melancolía
muy atrás.
Derechos reservados a César Desiato